El ataque más cruel lanzado por Hugo Chávez lo consiguió sin poner un pie en el país, sin movilizar tropas y sin disparar un solo tiro. Un exabrupto al calor de los acontecimientos fue suficiente para logar el golpe más eficaz que puede recibir un gobernante. Un buen mote. 'Goreletti' es el apodo que pinta paredes y corre de boca en boca entre todos aquellos que piden el regreso de Manuel Zelaya y que repudian a Roberto Micheletti como presidente del país.
Un rechazo similar al expresado por José Miguel Insulza, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) que llegará este viernes al país al frente de una delegación de la OEA dispuesta a escuchar su versión de los hechos y que se encontrará con la 'no objeción' de Micheletti a adelantar las elecciones generales previstas para noviembre.
Pero a falta de un triunfo en la calle que no llega, el mote de Chávez parece ser la única victoria que suma el bolivariano en tierras hondureñas a pesar de los exhortos del depuesto Zelaya a la desobediencia civil. Tampoco la huelga general convocada por los que piden su regreso parece inquietar lo más mínimo a tenor del escaso seguimiento logrado hasta ahora. Las tiendas funcionan al ritmo normal, los centros comerciales lucen llenos, las agujereadas calles de Tegucigalpa están desbordadas de coches y los autobuses abarrotados no dejan de circular hasta las 22:00 horas, cuando prácticamente toda la ciudad, con o sin toque de queda, se queda vacía por miedo a la delincuencia que atemoriza a la población. Aunque esa es otra historia.
La manifestación más numerosa de las celebradas hasta ahora, la del jueves, sólo reunió a unas 5.000 personas que marcharon hasta el Congreso en un ejemplo de civismo rara vez visto en estas latitudes cuando de política se trata. Y es que los hondureños parecen tan acostumbrados a la presencia de militares y a la deposición forzada de presidentes como al aguacero que cada día cae en la ciudad. Si algo queda claro es que, por el momento, ni uno ni otro bando tienen ganas de derramamientos de sangre.
Un pueblo pacífico
Así que a falta de imágenes 'calientes' para las televisiones y los fotógrafos, éstos se arremolinan ante una pequeña hoguera en la que arden pasquines a favor de Micheletti en busca de algo llamativo. Es lo único que encuentran. No hay mucho más. Mientras tanto, cada salida de tono, cada grito o cada insulto que los manifestantes lanzan al nuevo presidente, lleva detrás la voz de un señor con megáfono pidiendo tranquilidad y sosiego. Una vez desahogados los ataques contra el golpista, vuelve la tranquilidad, el hombre vendiendo plátanos y la batucada que pone música a la manifestación de protesta.
Ni siquiera las pancartas que portan, hablan de revueltas o desobediencia civil, si no de Constitución, democracia o defensa de las instituciones. Todo un lujo para cualquier jurista.
Pero si el pacifismo que exhibe este pueblo lo retrata, no lo es menos los intentos del nuevo gobierno por ahogar cualquier conato de violencia que se le pueda escapar de las manos. La gente quiere hablar con el periodista para decirle, siempre con amabilidad, que le recuerde al mundo que la Policía tiene la potestad de recortar los derechos de "manifestación, inviolabilidad del domicilio o asociación" o que se están produciendo detenciones arbitrarias a muchos kilómetros de las cámaras y de los periodistas o que los militares pinchan las ruedas de todos los autobuses que se movilizan intentado llegar a la capital para sumarse a las protestas. Todas ellas denuncias difíciles de confirmar porque ninguna televisión informó de las protestas y la prensa del país ni está ni se la espera.
Paralelamente, en San Pedro Sula, capital económica e industrial del país, decenas de miles de personas se echaron a la calle para apoyar al presidente de facto. Una gigantesca marcha blanca inundó el centro de la capital sin que se produjeran incidentes. Esta concentración sin embargo, sí entró en todos los hogares del país a través de la televisión oficial que dio en directo y minuto a minuto el transcurso de la misma. Y es que mientras el mundo aísla y rechaza a 'Goreletti', Honduras apuntala a Micheletti.
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