La delincuencia esta llegando a niveles insospechados y los medios de comunicación también con su sensacionalismo.
Si bien la realidad es dura y existe todo tipo de hechos, muchos de ellos macabros, los medios deberían medirse un poco en la transmisión de las informaciones que tienen que ver con esas situaciones nada agradables ni ejemplarizantes.
No se trata de un ocultar, sino de no magnificar algunos hechos que se están volviendo repetitivos.
Es común ver en las primeras planas de los periódicos grandes desplegados de crímenes porque eso es lo que le gusta la gente, según dicen.
Es probable, pero no hemos probado que sucedería si le damos otro matiz a las primeras planas y las fanfarrias en los noticieros de radio y televisión.
De todas maneras, lo cierto es que eso perjudica mucho la salud emocional de niños y jóvenes que el Estado tiene el deber de proteger.
Perjudica igualmente al turismo que es de los rubros que más ingreso de divisas genera para el país, y al clima de inversión que busca promover el gobierno.
Porque los dueños de periódicos no imitan el ejemplo salvadoreño donde se pusieron de acuerdo y no publican fotos sangrientas en primera plana, ni siquiera de muertos por accidente.
Igual en Costa Rica donde a excepción de un periódico que ya se sabe es sensacionalista, no se publican notas rojas en portada.
En Honduras no tenemos opción porque los cuatro periódicos son sensacionalistas y compiten a quien saca más sangre.
Es tiempo que los consumidores también digamos no más sangre y no más primeras planas haciendo culto a la muerte, que los hechos policiales pasen a un segundo plano o que se enfoque esos sucesos de manera responsables profundizando en las causas y no solo de manera superficial como actualmente ocurre.
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