El principal error fue ignorar que su papel era de negociador, no de juez ni árbitro arbitrador. Trató de imponer una solución al conflicto –su verdad; su visión– sin antes consultar ni dialogar con las partes. Cuando llegaron Zelaya y Micheletti por primera vez a su casa de habitación, en el elegante barrio Rohrmoser, los recibió con una propuesta prefabricada y les dijo: “tómenla o déjenla”. Y, claro, Micheletti no aceptó la imposición.
El segundo error, ligado al anterior, fue tratar de imponer la visión de la OEA, en especial la de su secretario general, José Miguel Insulza, para quien no había nada que valorar, analizar ni negociar, pues todo estaba muy claro: fue un golpe militar, y punto. Esa fue –y sigue siendo– su actitud; la misma que adoptó al visitar por primera vez Honduras . Simplemente, llegó a notificar. Ni siquiera quiso reunirse con los supremos poderes ni el Tribunal Electoral.
El tercero fue no analizar la situación jurídica sobre la deposición de Zelaya y su sustitución por el presidente del Congreso. Ese procedimiento está previsto en la Constitución. Es más, la Corte Suprema de Justicia, tras analizar los hechos, declaró que no hubo un golpe militar (los militares no han gobernado, se declararon al servicio del poder civil y aceptaron el Acuerdo de San José ), sino una sucesión presidencial conforme a la Constitución Política. Dice que Zelaya violó flagrantemente la Constitución por pretender reformarla ilegítimamente, y que ella misma prevé que por esa acción se pierde la representación popular. Dice que se imponía de pleno derecho la sucesión presidencial.
Ignorar la opinión de la Corte y pretender imponerle su criterio a manera de laudo arbitral, sin valorar su tesis jurídica , es muy grueso. Y más grueso aún es forzarlos a aceptar el Acuerdo (que tiene mucho de San José , pero poco de acuerdo) mediante sanciones políticas, diplomáticas (nada diplomáticas) y, en algunos casos, comerciales, y anunciando desde ahora el desconocimiento de las próximas elecciones, al asumir arbitrariamente, desde ya, que serán fraudulentas... Con esa actitud, no persuadirán a los hondureños. Y eso me lleva al quinto error: ignorar a ese pueblo y el temor que le tiene al dominio del Alba. El sexto, y, quizás, el más notorio, es que sobró orgullo y faltó un poco de humildad. Para revivir el Acuerdo, Arias tendrá que cambiar radicalmente de actitud. (Escrito por Jorge Guardia, abogado y economista ex presidente del Banco Central de Costa Rica, publicado en La Nación).
1 comentario:
Al parecer Jorge Guardia adolece de la misma miopia juridica que reprocha al presidente Arias. Solo para citar un ejemplo claro, y ademas televisado, (cuanta verguenza nos ha causado este senor) de la inexistencia de un asidero legal que justifique el Golpe Militar-Empresarial, recuerdo ahora mismo la entrevista que Jorge Ramos le hizo a Roberto Michelleti. Ramos pregunto una y otra vez a Michelleti, donde dice en la constitucion hondurena que lo ocurrido el 28/6 es legal? Nunca la respondio. Pues claro, nuestra constitucion no avala un golpe de Estado. Y entre todos los atributos concedidos al Congreso Nacional, derrocar presidentes no es uno de ellos.
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